lunes, 30 de julio de 2007

Un poemita de regalo que escribí durante mi periplo Sudafricano. El poema trata sobre uno de los muchos niños que navegan sin rumbo, el moco caído por el pegamento esnifado, por la jungla que es la ciudad, la inmensidad del Table Mountain de testigo, una montaña en forma de mesa que luce una nube casi perpetua a la que llaman el mantel.

El poema forma parte de Nocturnos, un poemario que voy a empezar a mover por distintos concursos en busca de una puerta abierta que me permita publicarlo junto a mi novela

Un petonet!

MUERTE Y RESURRECCIÓN DEl NIÑO/VIEJO BAJO EL TABLE MOUNTINE

El cielo de invierno se ha vestido,

manto algodonado, grueso y mojado,

sobre la mesa dispuesto.

El niño/viejo cruza la calle,

infla que desinfla su golosina.

A madre y a padre siente

en dulce vaivén besarlo,

y a dos angelitos negros,

dos gardenias de Machín,

sobre el río de hierro llevarlo.

Cocodrilos sonríen a su paso,

hipopótamos de metal le chillan,

pajarracos de mercadillo

ansiosos por migarle el alma toda,

ora elevada, ora reventada.

Hermano gemelo de la vida,

muestra sus dientes como pirámides

el gran saurio, junto al río férreo.

Su golosina hincha y deshincha,

y en este deshinchar para hinchar

ora vuela y no camina,

ora rueda sobre la vereda.

El gran saurio de hambruna perpetua,

envidioso de su hermana,

muerde al niño, en el río perdido.

Sus ojillos blancos y mojados

a los angelitos ve volar

negros, dos gardenias de Machín,

y a sus padres, el mantel ya dispuesto,

sobre la mesa de piedra esperarlo

más allá del cielo bajo,

de algodón grueso y mojado cubierto.

1 comentario:

Noe dijo...

Gracias!
Uno no recibe regalos de este tipo todos los días. Muchas gracias! Y ánimo! Seguro que hay un hueco para ti en este mundo mágico de las letras y la fantasía.
Siempre queda un hueco para alguien con talento.

Muuua!!